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 Artist Rodolfo Bulacio

Rodo Bulacio - "Andy Warhol y Pedro Almodóvar eran sus creadores favoritos; trabajó con el kitsch (y a veces hasta con el melodrama), pero siempre admiró el barroco. Uno podía observar algunas de sus últimas obras y necesariamente todo sonaba a bolero.
Hace 10 años Rodolfo Bulacio era muy joven todavía y ni siquiera se había recibido en la Facultad de Artes, pero ya había producido una cisura en el arte en esta provincia. Era un artista a tiempo completo, profesión que expresaba no sólo a través de sus pinturas, grabados, instalaciones, dibujos y performances, sino también en su vida cotidiana; la pequeña y antigua heladera que tenía en el cuarto de la pensión en la que fue asesinado (en Marco Avellaneda al 500), estaba pintada con líneas blancas y negras. "¿Puede haber un animal más barroco que la cebra?", preguntó una vez a uno de sus amigos.
Irreverente y zafado, comenzó a participar en exposiciones en 1990 y formó junto a Rolo Juárez la pareja de performance "Flora y Fauna"; fue uno de los fundadores del grupo Tenor Grasso; pero fue por su propia personalidad uno de los primeros que entendió el arte como pura autorreferencialidad, todo un paradigma de los 90 en adelante: no había cuadro que no hablara de él.
En sus grabados, lo que más le interesaba era retratar a celebridades: Mirtha Legrand, Moria Casán y Marilyn Monroe desfilan en una serie interminable, así como La Gioconda; a este período pertenecen también las estampas que contienen símbolos patrios, planteados con un dejo de ironía. En sus recurridos homenajes, "Rodo" nunca se olvidó de sus padres, ni de su abuela. Pero antes, supo incorporar la escritura a la propia tela y plantear una representación no figurativa.
Posteriormente utilizó colores pasteles para replantear su obra e inclinarse a un estilo neo pop, principalmente.
Extravagante, en 1995 protagonizó -junto al artista Sergio Gatica- la performance "Mucha karakatanga en la coctelera": se trataba de su propio casamiento, en el que cumplía con todos los rituales sociales: se vistió con el traje de novia, se hizo fotografiar en el reloj del parque 9 de Julio y atravesó todo el centro encabezando una caravana de autos que tocaban la bocina, para concluir en el viejo local de La Zona (Laprida al 200) donde cortó la torta que le hizo su propia madre.
No sólo lo respetaban los artistas de su generación, sino también los más grandes, y sobre todo los menores; de cualquier forma, para todos quedó claro que con su obra y su personalidad, el arte contemporáneo había cambiado en Tucumán. Un dato: a pesar de su juventud, no se conoce en esta provincia otro artista que haya tenido tantas exposiciones en su homenaje luego de su fallecimiento". 

Escrito por: Jorge Figuero para la Gaceta 10/03/2007

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